Ya en la edición anterior de este proyecto, nos dimos cuenta de la dificultad que para nosotros representaba cavilar sobre algo en apariencia tan propio para la especulación y la libertad como el tema del futuro. La mayoría de nosotros, incluidos los agentes culturales que participaron en la reflexión que intentamos esbozar, manifestaban explícitamente encontrarse con esta contrariedad. Ante la libertad de teorizar sobre el devenir de los sectores en los que se desarrollaban, surgían siempre los impedimentos del presente y, al estar inmersos en procesos de cambio continuo, la moderación y entonces el esbozo de deseos de muy pequeña escala. Una vez superado cierto estupor inicial, las prospectivas se volvían diametralmente opuestas y muchos de los deseos ya eran ambiciosas utopías de futuro. La edición que ya hemos comenzado para renovar este espacio, trata justamente de recuperar este concepto, pero no desde el lanzamiento de imposibles, sino desde el análisis de prácticas que desde el presente, intentan a su manera construir la utopía de la participación, la comunidad, el procomún, el aprendizaje y la transformación. Algo así como el trabajo diario para la transformación del futuro desde el presente.
El filósofo Manuel Cruz, se lanzaba hace unos años a vaticinar, recuperando la repetida sentencia de Fukuyama sobre el fin de la historia, una crisis del futuro. Con el fin de los discursos utópicos, decía, lo que quizá ha muerto es precisamente nuestra idea de futuro, vivimos una especie de crisis de nuestra pasión por el futuro. Cruz se refería a la imposibilidad de nuestras sociedades por construir visiones utópicas sobre el tiempo que se nos avecina, basado esto en el fracaso de una determinada expectativa histórica. El vehículo expresivo a través del cual llevábamos a cabo dichas representaciones adoptaba el formato de la utopía, afirmaba, probablemente se pueda sostener que semejante formato ha dejado de constituir un horizonte regulador.
Si bien la sentencia de Cruz cuadra a la perfección con las características de nuestro tiempo y a la vez, se ve reforzado por el fracaso histórico de muchos de esos proyectos, nosotros queremos acercarnos a estas prácticas pensando que al menos, desde el ámbito cultural, hay una reformulación de esa pasión por el futuro. Un afán transformador que permite entonces especular y desear grandes cambios para nuestros territorios. Algo que nosotros hemos decidido capturar en una frase robada a Fredric Jameson y que hemos convertido en nuestro slogan. En su libro Arqueologies of the future, Jameson se pregunta si el concepto de utopía es todavía significativo en nuestra época. Al parecer la actualidad no hace posible una especulación libre sobre el tiempo que está por venir, no se puede imaginar el futuro, dice, excepto en los términos del sistema: hay que romper el futuro y abrirlo de nuevo.
Pero temiendo seguir de forma interminable con las formulaciones teóricas, preferimos dar por iniciado, con la introducción que se presenta en este post, nuestro pequeñísimo viaje a una serie de buenas prácticas culturales y quizá, por qué no, un viaje de ida y vuelta al futuro.
*En los días siguientes les iremos mostrando unos primeros clips que presentan a los agentes que hemos elegido para este proyecto, todo de cara a su reflexión final sobre el futuro de sus sectores y actividades culturales, y su contribución a nuestra matriz de conceptos sobre un futuro deseable.
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